Avilés

En lo alto de las tierras lorquinas, se encuentra Avilés, un pequeño y encantador pueblo que respira tradición y autenticidad. Con una población cercana a los 400 habitantes, sus paisajes montañosos y la riqueza agrícola de su entorno hacen de este rincón un lugar lleno de vida. A más de 700 metros de altitud, sus campos están dominados por viñedos, almendros y cereales, y su fama como «La Tierra del Vino» no es en vano. Aquí se elabora un vino artesanal muy apreciado en la comarca, así como las tradicionales tortas de mosto, un manjar dulce y típico de la zona que se disfruta sobre todo en otoño.

Al entrar en Avilés, los majestuosos plátanos centenarios dan la bienvenida al visitante. Estos árboles monumentales, también conocidos como «olmos», son testigos vivos de siglos de historia, con sus imponentes 29 metros de altura. Entre las calles del pueblo, se encuentran rincones llenos de encanto como la iglesia, el lavadero público y la tradicional fuente, que invitan a perderse en el tiempo. Los bares locales ofrecen auténticas delicias gastronómicas como cochinillo asado, migas o arroz con caracoles, un verdadero festín para los sentidos.

Además, el horno del pueblo sigue siendo el alma de las tradiciones, donde se preparan las típicas tortas de manteca y pascua, especialmente en Semana Santa, trayendo consigo los sabores que han pasado de generación en generación.

En la parte más alta, la rambla del Pardo separa este caserío del resto del pueblo, mientras que al mirar hacia las montañas, es posible divisar antiguas cuevas que hace décadas fueron hogar de los avileseros.

Las fiestas en Avilés son un homenaje a su historia y cultura. La música y los bailes tradicionales, como las parrandas y la malagueña, llenan las calles en honor a San Nicolás de Bari y la Virgen de los Dolores cada diciembre. Durante estas celebraciones también tiene lugar la tradicional matanza del cerdo, una costumbre que une a las familias en torno a los sabores más auténticos de la tierra.

Pero Avilés no es solo tradición, también es naturaleza en estado puro. Rodeado de sierras como la del Cambrón, con sus 1.525 metros de altura, el pueblo es un punto de partida ideal para los amantes del senderismo y el ciclismo. Sus paisajes ofrecen un espectáculo de colores que varía con las estaciones, desde los verdes intensos de la primavera hasta los tonos dorados del otoño.

Avilés es, sin duda, un lugar donde el pasado se entrelaza con el presente, y donde cada rincón cuenta una historia. Un pueblo que, aunque pequeño, ofrece una experiencia rica y auténtica para aquellos que lo visitan.

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